Reflexión


Si tomamos en cuenta los objetivos de ACUMAR:
        la mejora de la calidad de vida de los habitantes de la cuenca;
        la recomposición del ambiente en todos sus componentes (agua, aire y suelo); y
        la prevención de daños con suficiente y razonable grado de predicción.
Seguramente las personas encargadas de lograr estos objetivos habitan muy lejos de la cuenca contaminada. Las promesas no limpian y no sanean, para lograr dichos objetivos. Lamentablemente pasan los gobiernos, pasan los políticos, cambian autoridades, pasan los años, y persiste el grave problema de la cuenca. Con el gobierno de Macri, ACUMAR cambio sus gestiones cada cuatro meses, ingresaron nuevos funcionarios, pero las obras siguen paradas. En el mes de noviembre hubo una nueva audiencia con la Corte suprema de Justicia, y la población que vive en situación más que precaria, porque la palabra precaria le queda chica.
Siguen esperando, ¿Qué más pueden hacer? Nada, porque nadie los escucha, o si los escuchan, les prometen y luego no cumplen. Supongo que esa gente que vive a orillas de la cuenca no posee recursos como para poder ellos mismos solucionar el problema, no tienen medios para vivir en otro espacio. Sin embargo, los fondos que ACUMAR debería emplear en hacer las obras, hay dichos muy fuertes que aseguran que dichos fondos son utilizados en campañas electorales. Las respuestas a los reclamos son “estamos haciendo el máximo esfuerzo”. NO alcanza, NO se ve. Mientras las promesas pululan por encima de la contaminación ambiental. Los empleados de ACUMAR (mayoritariamente trabajadores de salud) son despedidos. He aquí una territorialidad que muestra como la desigualdad social se plasma en el territorio.


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